

¡Hola!
Mi nombre es Sandra Pagliuca.
Te cuento cómo pase de ser psicóloga y Doula a distribuir aceites esenciales y crear un equipo de trabajo de más de 30 mujeres.
Inicialmente, me gradúe de psicóloga en Venezuela. Me especialice en el trabajo en con niños y adolescentes y yo pensaba que sabía y entendía de qué se trataba la maternidad… hasta que me convertí en madre.
Mi primera hija Alessandra, vino a cambiarme el mundo, vino a demostrarme que no sabia absolutamente nada y que convertirse en madre era un proceso profundo, transformador y revolucionario.
Y vino también, a darle un rumbo a mi vida profesional… empecé a sentir la necesidad de quedarme más tiempo en casa para estar con ella, empecé a valorar cada hora de mi vida como si fuera ORO y empecé a hacer malabares con mi tiempo para poder trabaja y estar presente con ella.
Así estuve en sus primeros dos años. Trabajando como Psicóloga Perinatal y Doula haciendo algo que me apasionaba profundamente. Que me motivaba, me mantenía enfocada y conectada con mi yo profesional, mas allá de ser mamá.
Pero, adivinen que? Volví a quedar embarazada y mi mundo se volvió a revolucionar. Se volvieron a mover las piezas dentro de mí buscando algo más.
A principios de mi segundo embarazo fue que descubrí y me enamoré de los aceites esenciales.
No se si tú eres de esas mujeres bendecidas y afortunadas que ni se enteran de que están embarazadas.... pero yo no.
Mis dos embarazos me afectaron muchísimo tanto física, como emocionalmente. Me sentía agotada, sin ánimos y sin paciencia, con nauseas, dolor de cabeza y sin poder dormir. En pandemia y con una hija de dos años entrando triunfalmente en sus "terrible two´s"...
¡Yo necesitaba algo que me ayudara a sentirme mejor sin que afectara mi salud ni la de mi bebé!

En ese momento una amiga decidió mandarme una muestra de Doterra. Nunca se me va a olvidar: me mandó Lavander Peace (La mezcla del sueño). Sin mucha confianza en el producto la coloqué en la noche en un difusor que tenía y me desperté al día siguiente.
¡No lo podía creer! Tenía semanas agotada sin poder dormir profundo de la incomodidad y la ansiedad. Ahí me convenció y me volví adicta a los productos.
Usaba el limón para darme energía al dar mis talleres, lavanda y menta para los dolores de cabeza y DigestZen para las nauseas. Hicieron de mi embarazo una experiencia completamente diferente al primero. Y lo mejor de todo, sin perjudicar de ninguna manera a mi bebé dentro de mí.

Sin embargo, mi amor por Doterra no se quedó ahí y mi segundo embarazo movió algo más.
Movió un deseo en mí de crecer, de poder asegurarles un buen futuro a mis hijos y de tener un negocio escalable.
Como psicóloga, mis ingresos dependían 100% de mi tiempo. Una hora de consulta representa una ganancia. Así de simple, un ingreso lineal.
Yo ya sabía que mi tiempo en el postparto y en los primeros dos años de la vida de Ignacio eran muy limitados y no quería tener que sacrificar mis ingresos. Tenía muy clara mi visión de vida.
La libertad y la independencia económica como parte del bienestar general.
En ese momento, un mes antes de que naciera Ignacio, le escribí a una amiga Catherine Neri, que al igual que yo era psicóloga y se veía feliz y apasionada emprendiendo con Doterra.
Me reuní con ella y el negocio resonó dentro de mí inmediatamente. Una semana después estaba empezando el entrenamiento para líder.
Y te digo algo… de LAS MEJORES DECISIONES que he tomado en mi vida.
Al principio me dio miedo… mucho mucho miedo!! Pero hoy en día estoy en un negocio apasionante, lleno de adrenalina, de ventas, de estrategia, de trabajo en equipo y motivación.
Estoy en un negocio de mujeres, un negocio que me empuja a crecer y a ser mi mejor versión.
Un negocio que me permite soñar en grande y me da el privilegio de acompañar a otras mujeres a lograrlo también.
A 4 meses de empezar, soy líder plata. Tengo un equipo de 30 cantidad de mujeres y amo lo que hago.
Así que si algo de mi historia resonó en ti. Si algo de mi búsqueda la ves reflejada en ti.
¡Escríbeme!
Porque sólo nos arrepentimos de lo que no intentamos